Hubo una vez una mujer que se parece a mi, pero hoy, no me reconocería.
Una mamá que un día arrasó con todos los adornos del living y llenó los muebles de cajas y “cosas” que vendía.
Un Facebook que era su tienda cuando nadie lo entendía y aspiraciones enormes, que a duras pena sostenía.
Esa mujer diseñó en su cabeza una forma de vida “imposible”.
Y trabajaba 30 horas por día, buscando las mil maneras de construir lo que todavía solo era una fantasía.
Esa mujer no me reconocería.
Pero yo si;
la veo en mi todos los días.
Todos los días le digo GRACIAS… por no escuchar palabrerías.
Por las aspiraciones “demasiado” altas. Y por no resignarse a un destino sin mariposas, aventuras ni pan con aceite de oliva.
Hubo una vez una mujer.
Y aunque ella no me reconozca… sé que estaría deseando la que hoy, ES MI VIDA❤️